martes, 30 de agosto de 2011

Llora Cádiz

Suspiro hondo, de luto la bahía, pero no sufras Cádiz, porque el Adriano III para hacerse inmortal no necesitaba hacer como el Titanic y no ha habido que lamentar ninguna desgracia aparte de su pérdida. Dile al Carnaval que no quiero verlo llorar, que ha ido para que Paco Alba pueda navegar en él por los cielos de la bahía.

Lo sé, hundido en tu propio muelle, ya no viene a tierra el barquito más blanco y más castizo del toito muelle de Cai. Ya no tiene que desafiar a ningún viento. Tenía una gracia exquisita, los barcos de vela como palomitas cruzaban por su vera y los grandes mercantes sonaban las sirenas al verlo pasar. Y es que ese barquito era tan pinturero que le daban besitos las olas del mar. Como roneaba, como presumía entre las aguas azules y plateadas… ¡Ay! Vaporcito del Puerto, eras la alegría, la alegría de ese muelle tan hermoso, con ese rumbo garboso con que cruzabas la bahía.

Por buscarle algo positivo al asunto; siempre lo podremos recordar en un sinfín de carnavaleras coplas y letras que surgirán y nos erizarán el vello en recuerdo, ¡ay!, del ya mítico Vaporcito del Puerto.




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