miércoles, 9 de octubre de 2013

La botella de la luz

“Es una luz divina. Dios hizo el Sol para todos y la luz es para todos. No te cuesta un céntimo y es imposible electrocutarse”. Son declaraciones a la BBC de Alfredo Moser, un mecánico brasileño que tuvo una brillante, valga la redundancia, idea allá por el año 2002. Cansado de tantos fallos eléctricos en una ciudad, Uberaba, donde “los únicos lugares que tenían electricidad eran las fábricas, no las casas de la gente”, comenzó a jugar con la refracción solar en agua y así al poco obtuvo la denominada “bombilla de los pobres”.

Sencillo, pero efectivo es este mecanismo que consigue iluminación gratuita y ecológica durante el día, especialmente útil para construcciones precarias que apenas tengan ventanas, vulgo chabolas. Un ingenio que está al alcance de cualquiera: una botella de plástico de dos litros llena de agua a la que se añade un poco de lejía para preservarla de las algas. La botella se coloca en un agujero del tejado y se ajusta con resina de poliéster. Así podemos conseguir una bombilla de entre 40 y 60 vatios en función de la intensidad del Sol.


Poco a poco esta idea ha ido avanzando por el planeta y ya son más de 15 los países pobres donde está siendo muy utilizada para la iluminación en chabolas. Lo penoso y paradójico es que viendo como avanza esta idea de forma imparable se llega a la conclusión de que en todo el mundo cada vez más se aprovecha la energía solar para obtener luz de forma barata, mientras tanto el gobierno español quiere sacar a la calle una reforma energética que gravará con un impuesto la posesión de paneles solares y el autoconsumo, por lo que así no va y nos irá mientras mande quien mande en este país sólo favorezcan a las compañías en las que podrán tener un buen cargo para retirarse de la política (mirad dónde trabajan de asesores la mayoría de personajes que han pasado por el gobierno español en los últimos años).

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