martes, 6 de abril de 2010

Crónica Cofradiera

Dos o tres semanas ha estado esta página apartada del mundo, sin ser actualizada, guardada en el olvido... Quince días en los que su autor se ha hallado inmerso en un mar de aromas a incienso y azahar, nadando en un torbellino de sensaciones enriquecedoras para los sentidos y, sobretodo, el espíritu.
Tras una Cuaresma apagada por tanta y tanta agua caída del cielo, explotó el gozo en el alma con la irrupción del buen tiempo en el Septenario a la Virgen de los Dolores. Aquella semana de vísperas todos nos mostramos pletóricos, se marcharon las tinieblas, había vuelto la luz y, con ella, el azul purísima a nuestros cielos.
Después de la gloriosa semana del Septenario vino esa semana que cuenta el tiempo al revés que comenzó mostrándose contento el día un soleado Domingo de Ramos; Paz llegaba desde el Porvenir tras la Victoria de Cristo, en los Terceros volvía a instituirse la Eucaristía y, por supuesto, Herodes despreciaba a Jesús, dejando a su Madre de Amargura llena allá por San Juan de la Palma.
Desgraciadamente no sólo las Aguas que todos deseamos ver se presentaron el Lunes Santo y algunas cofradías sevillanas se quedaron sin hacer estación de penitencia, aunque gracias a esas malditas aguas pudimos disfrutar del paseo que, de vuelta, disfrutó la Virgen de los Dolores de San Vicente.
Reapareció, para no volvernos a abandonar, el buen tiempo el Martes Santo, día en el que la Angustia de una Madre de Dulce Nombre nos invade; Buena Muerte ha tenido su hijo en la Cruz tras ser presentado al pueblo por Pilatos.
Miércoles Santo señero, capotazos de Salud y Refugio de un barrio torero que para llegar a Sevilla atraviesa un puente sin río, alegre miércoles en el que desde San Bernardo se vuelve a reconquistar Isbylia.
Lució más que el Sol este Jueves Santo. Virgen del Santo Rosario inmersa en un Valle de Lágrimas, sufría Jesús de la Pasión para acabar muriendo en la Vera+Cruz.
Madrugá visueña: Piedad de María asumiendo la misericordiosa muerte de su Hijo. Y luego... volvió a detenerse el tiempo cuando, como dijo aquel cura, "El Que Cura los resfriados" avanzaba en la penumbra y el silencio de la noche portando con Gran Poder la Cruz. Y cuando despertó la mañana, venía la Virgen de la Esperanza a los sones de Madrugá Macarena por la estrechez de la calle Feria.
En el Viso ya "sólo" quedaba el Viernes Santo por la tarde y, en esta metáfora de la vida que es esta semana, todo comenzaba a consumirse. Bajaba la Virgen de los Dolores la calle Amargura a los sones de Pobre Carmen y la Semana Santa visueña comenzaba a guardarse en la memoria. Como casi toda la semana, acompañó el tiempo y tuvimos una magnífica estación de penitencia en la que, tanto el Hombre que por Amor muere en la Cruz como su Madre Dolorosa, se dieron un paseo por los Alcores.

2 comentarios:

  1. Has visto muchas cosas pero te perdiste lo mejor: al Dios del Convento por la calle Albacín. Hay capillitas a los que se le señala la luna con el dedo y solo ven el dedo. Una pena. En fin me alegro de que hayas disfrutado. Un saludo.

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  2. No, salvo el desgraciado año pasado, nunca me pierdo el transcurrir de Jesús, sólo que mi sitio para verlo no es la calle Albaicín, soy más de verlo por la calle Rosario o la carretera.

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