martes, 22 de diciembre de 2009

Llueve en Sevilla

Siempre bienvenida, mejor dicho, casi siempre, que en Semana Santa no quiero ni oír hablar de ella… Descarga el plomizo manto, maravilla que riega los jardines de Sevilla, agraciándolos para que marzo sea más florido que nunca cuando hayan explotado los naranjos en esplendores de azahar. Bendición divina caída desde el cielo regando nuestras huertas, dotándolas de vida y alegría…
Un riego siempre necesario para nuestros campos que colapsa Sevilla, inundando sus calles de vehículos agraviados por tantas y tantas obras que ahogan nuestra urbe, inmovilizada por la mal llamada Movilidad, sumergiendo a la ciudad en un caos de coches y atascos a los sones de una banda sonora de pitidos y más pitidos, donde más de un músico coge inspiración para componer alguna que otra marcha de las que luego suenan tras nuestros Cristos…
Por ello y mucho más, repito y repito que no, maravilla en Sevilla no son las aguas caídas desde el cielo; maravilla en Sevilla, pasmo prodigioso, son las Aguas que cada Lunes Santo viene desde el Museo mirando al cielo.

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