martes, 31 de agosto de 2010

Reflejos

¿Saben lo que es y lo que significa el reflejo de unas farolas de cerámica sobre una ría en Sevilla? Pues nada más y nada menos que un mágico renacer tras cinco años de agónica sequía, el regreso a la memoria de aquellos años perdidos y una inmersión en ilusiones del corazón, porque esas farolas aparentan la vuelta del esplendor que de la vieja Híspalis se nos fue. Es ese reflejo quizás el mejor monumento que podían haber hecho a Anibal González, porque con él volverán las barquitas de niños y parejas embaucadas en una eterna primavera…
Lástima que los que mandan en la Plaza Nueva no miren ese reflejo, lástima que no quieran verlo porque se darían cuenta de cómo están matando a Sevilla poco a poco con cada “restauración”, con cada seta, con la Alameda, con la peatonalización, con el cierre al centro, con la torre que diseñó un argentino… Lástima, penoso lamento de una ciudad que pierde algo de sí misma en cada obra que acomenten. Lástima, tan deprimente clamor que, al estar volviendo a ser lo que era, no nos parece que esté en Sevilla la Plaza España.
P.D. Aligerad en verla y disfrutad de la obra cumbre de Anibal González antes de que los niñatos la pintarraqueen y la destrocen de nuevo.

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