martes, 15 de julio de 2014

Hermann Emil Fischer

Probablemente las tres palabras que titulan esta entrada no digan mucho a la mayoría de los lectores de este blog, si acaso habrá quienes intuyan una clara procedencia germana por el nombre; pero no mucho más. Las razones de ello están clarísimas, pues la química sigue siendo en España esa gran desconocida en la que se estudian “dibujitos con palitos y circulitos” unidos a fórmulas de “numeritos y letritas” que nadie comprende; así le va a un país que, por poner algún ejemplo, no tiene ningún premio Nobel en química, ni física… Pero siguiendo con la vida de Emil Fischer; este hombre, como ya algunos intuiréis, es uno de los grandes genios de la química, pues aparte de ser considerado el fundador de la química orgánica, es uno de los responsables de la interconexión entre biología, química orgánica y estereoquímica.

Nacido en Euskirchen, Colonia, en 1852, era el hijo de un exitoso hombre de negocios que deseaba incorporarlo al negocio familiar; aunque él quería estudiar física. Pero al final no ocurrió ninguna de ambas cosas, el padre lo envió a estudiar porque “el chico es demasiado tonto para ser un hombre de negocios y mejor que sea estudiante; pero de química, porque la física es muy abstracta, de pocas posibilidades materiales”. Realizó sus estudios en las universidades de Bonn y, a posteriori, Estrasburgo; donde se doctoró de la mano de Adolf Von Baeyer con un estudio sobre la fenolftaleína. A continuación ejerció como catedrático en las universidades de Munich (1879), Erlangen (1882), Würzburg (1885) y Berlín (1892), donde sucedió a A.W. Hoffman e impartió clases hasta su muerte. El colofón a su carrera fue la obtención del segundo premio Nobel de Química que se otorgó, en 1902, por su trabajo en la síntesis de azúcares y purinas.

Para cualquier químico su apellido es tan familiar como puede ser el abecedario para un filólogo, pues unido a su nombre están la proyección de Fischer, la síntesis de péptidos de Fischer, la reducción de Fischer, o la glicosidación de Fischer, entre otras. Por si esto no fuese poco, aparte de su estudio de la fenolftaleína, determinó que la acción de los enzimas es específica efectuando la hidrólisis de las proteínas complejas en aminoácidos, desarrolló el modelo de llave-cerradura de las enzimas, determinó la estructura molecular de la fructosa y la glucosa (entre otros trece azúcares), o, también, fue el primer químico que planteó la fórmula de derivados de la purina, como la cafeína por ejemplo. ¡Ah! También sintetizó junto al médico Josef von Mering el veronal, porque fue descubierto en Verona, o barbital, primer somnífero del grupo de los barbitúricos.

Esta fue la muy fructífera vida de Emil Fischer; quien, enfermo de cáncer, un 15 de julio de 1919 se quitó la vida por la profunda pena que le sucumbía tras perder dos de sus tres hijos en la Gran Guerra. Posteriormente la Sociedad Alemana de Química instituyó la Medalla Emil Fischer Memorial.

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