Hoy es el 50 aniversario de la muerte de Luis
Cernuda, uno de los mejores poetas que ha dado la vieja Híspalis al mundo, así
que creo que no vendría mal a nadie leer alguno de sus maravillosos poemas a
modo de homenaje.
Desde estas líneas, voy a hacer un pequeño recuerdo a
la maravilla del poema en prosa de su libro “Ocnos”, en el cual rinde, en la
evocación a su infancia y juventud desde Londres, uno de los mejores retratos
poéticos que jamás ha recibido Sevilla. Concretamente voy a hacer un extracto
de su poema “Las Tiendas”, en el cual hace referencia a los gallegos:
Costaleros del paso de Misterio de la Carretería. |
“Estaban aquellas tiendecitas en la plaza del Pan, a
espaldas de la iglesia del Salvador, sobre cuya acera se estacionaban los
gallegos, sentados en el suelo o recostados contra la pared, su costal vacío al
hombro y el manojo de sogas en la mano, esperando baúl o mueble que
transportar. […] En la plaza los gallegos (denominación gremial y no
geográfica, porque algunos eran santanderinos o leoneses) se encorvaban
soñolientos y fofos, más al peso de los años que al de las cargas ingratas a
que su oficio les condenaba. Eran aquellos quienes en Semana Santa, durante los
altos de las cofradías asomaban tras las andas de terciopelo sus caras
congestionadas, bajo la masa dorada de esculturas, candelabros y ramilletes,
alineados tal esclavos en los bancos de una galera.”
Estas palabras de Luís Cernuda son el perfecto retrato
de lo que siempre ha sido un oficio en Sevilla, aunque ahora sea más una
afición que otra cosa. Un oficio de gente pobre y humilde, la cual trabajaba en
Semana Santa “alineados tal esclavos en los bancos de una galera” a cambio de
un mísero jornal. Por ello, es por lo que no entiendo la actual actitud de
muchos de quienes hoy tenemos (soy uno más, me incluyo) el privilegio de ser
los pies de Nuestro Señor Jesucristo y su Santa Madre. Quizás más de uno
debiese leer un poco la historia de este gremio para hacer acopio de humildad y
apartar su narcisismo repleto en vanidad durante la Semana Santa. Un
trabajador, un compañero bajo las trabajaderas, eso y no otra cosa es un
costalero; aunque parece que a algunos el costal le tapa los ojos sin poder ver
más allá de su propio ego, y así hay veces en las que se llega al esperpento...
Añado dos geniales artículos de Antonio Burgos como homenaje a Luís Cernuda:
ResponderEliminarhttp://www.antonioburgos.com/abc/2013/11/re110113.html
http://www.antonioburgos.com/abc/2013/11/re110513.html