José Antonio Griñán por Susana
Díaz. Ejemplarizante lección democrática que por segunda vez nos da el PSOE
andaluz. Así pues, nuevamente en Andalucía cambiamos la persona que se halla al
frente de la Junta por el muy socialista sistema de la dedocracia, ¡uy!, quise
decir partidocracia,
¡uy, otra vez!, perdón, sucesión democrática con la que ya Chaves nos coló a
Griñán.
Dieciocho meses ha tardado José
Antonio Griñán en dejar de ser el farol que ilumina Andalucía con sus decisiones.
Si hace un mes dijo que no repetiría y convocaba unas primarias en las que, todos
nos podíamos meter a pitonisas, adivinábamos el resultado por anticipado; ahora
hace público que en septiembre dejará de ser Presidente; siendo sucedido por la
trianera Susana Díaz Pacheco, pues Diego Valderas (IU) ha dicho que “no sería
de recibo adelantar para el conjunto de la ciudadanía que el gobierno
anticipase las elecciones” en un majestuoso alarde de incoherencia, pues la
misma formación política pidió elecciones en la comunidad madrileña cuando Esperanza
Aguirre (PP) la abandonó en otro ejercicio de dedocracia similar al del PSOE
andaluz.
Por lo visto el sucesor de Chaves está
cansado de ser político, y no cae en la cuenta de que los españoles, sea cual
sea nuestra comunidad, somos quienes estamos cansados de los políticos. Peeeero,
¿realmente cuáles son las razones? Muchos nos olemos una huida, con blindaje
como diputado o senador, auspiciada por el miedo a cambiar la chaqueta de
presidente andaluz por una chaqueta negra y blanca a rayas, máxime cuando dicho
anuncio se produce la víspera de una declaración ante la juez Alaya que puede
dejar en muy mal lugar a nuestro todavía presidente autonómico.
Mercasevilla y sus EREs, Bárcenas
y la Gürtel, algún que otro sindicato siempre por medio y ni hablemos de los
nacionalistas-separatistas… ¿Será por escándalos? Quizás una guillotina sea
algo drástica, tampoco demasiado, pero algún método habrá que buscar porque la
política de este país al que llamamos España realmente lo que necesita es una
limpia de despojos de personas sin vergüenza, vulgo políticos, viviendo de la corrupta
partidocracia en la que cada vez quedan menos personas honradas, si alguna vez
las hubo.
La solución es no votar. A ninguno. Eso es tan malo como condenarlos a todos al ostracismo.
ResponderEliminarPodría ser una solución si no fuese porque a ellos les daría igual, podrían seguir chupando del bote con o sin legitimación para ello.
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