Casi sin ganas de ser redactada, aguada, nunca mejor
dicho, viene esta crónica cofrade de una Semana que dicen que cuenta sus días
al revés.
Parecía que todo iba a comenzar como no pudo ser
hace un año y no, a pesar de tener un manto blanco de Paz por el parque tras la
Victoria de Cristo, no iba dicho manto bordado de luz y calor… Y poco a poco
esa ausencia se hizo notar con un chaparrón que desbarató el día más esperado
del año por los amantes de las cofradías, y así al final sólo nos quedó la
Valiente, Clara Luz Estelar de los alfareros de Triana. Aunque eso sí, cosas
que sólo ocurren en años de agua, se pudieron ver estampas memorables como, por
ejemplo, Jesús Despojado por el Salvador camino de su templo.
Afortunadamente el Lunes Santo este año pudo ser un
día que transcurrió con total normalidad y pudimos disfrutar tanto del
grandioso paseo que dieron a la Virgen de los Dolores de San Vicente como de
la majestuosidad del Traslado al Sepulcro de Nuestro Señor; todo lo contrario ocurrió
el Martes Santo que se desbarató por tercer año seguido, quedándonos un año más
sólo las estampas del traslado de la cofradía de los Estudiantes a su capilla
universitaria.
He decir que estos tres primeros días tuve una
compañía que no suelo tener en Semana Santa y ha sido un gozo ver detalles
desde un prisma totalmente ajeno a nuestra fiesta, visión que me ha hecho
apreciar datos y características que nunca hubiese pensado por tenerlas
asumidas desde la infancia.
Llegó el Miércoles Santo, día tradicionalmente poco
lluvioso, pero unas gotas a primeras horas de la tarde ha dejado este año sin
Salud y Refugio de San Bernardo; lo cual me ha permitido ver el día en la calle
y disfrutar tanto del paso de palio de Madre de Dios de la Palma a los sones de
Margot como de los sones clásicos que acompañaban al misterio de las Siete
Palabras de Cristo, sin olvidar el maravilloso misterio de la Lanzada. (Del
numerito del año no pienso hablar)
Un Jueves Santo colmado, colmadísimo, de gente por
las calles dio paso a la Madrugá, donde un año más no me nacen suficientes
palabras en el intelecto para describir esos instantes en los que Dios camina
por las calles de Sevilla, Gran Poder de Cristo que carga con la Cruz, con
nuestra cruz. Aunque no la viví en directo, grandísima saeta a la Macarena en
la Campana, más aún después de ir por la plaza del Duque a los sones de “Madrugá
Macarena”, marcha realizada por un visueño al que bastantes veces pregunté
cuándo haría una marcha…
Si fue tercer año sin Martes Santo, no iba a ser
menos el Viernes Santo. En fin, sin comentarios… Así pues el Domingo de
Resurrección, en la particular celebración que hace la Hermandad de los Dolores
en el día más grande del año cristiano, sólo pudimos hablar de las homilías que
los sacerdotes; porque no había estado el año especialmente bueno y ya casi ni
nos acordamos qué es la cofradía en la calle. Esperemos que el venidero sea un
año mejor, porque de otra forma vamos a tener que trasladar la Semana Santa al
mes de Julio.
Al final, como siempre digo, lo mejor en todos casos
es la compañía que en una y otra ocasión he ido teniendo.
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