Era un día como hoy, 5 de abril. Viernes Santo de aquel año bisiesto de 1504. Hacía poco más de 50 años que el Viso, una pequeña aldea, se había desvinculado de Carmona y aún faltaban 100 años para que llegase a estas tierras alcoreñas el más antiguo de los visueños. A Sevilla había llegado como nuevo arzobispo el sustituto de
Torquemada como Inquisidor General, Fray Diego de Leza, y el comercio de Indias comenzaba a ser un rico afluente de riquezas que subían por el Guadalquivir. Pues bien, dentro de este marco histórico, centrado en los
Alcores sucedía esto que describe Ortiz de Zúñiga en sus Anales de Sevilla:
“Entró la primavera de este
año con ásperos temporales, y llegaron al extremo en Sevilla (el) Viernes Santo
a 5 de abril, que habiendo amanecido el día fresco, a las
nueve del día se levantó temporal tan asombroso que parecía quererse
acabar el mundo, tal fue la fuerza de lluvias, truenos, relámpagos y
desaforados vientos, que arrancaban los árboles y arrebataban
como débiles fragmentos grandes pedazos de edificios. Tembló
la tierra con tal estremecimiento que pareció no podía quedar edificio
enhiesto, porque a todos se miraba dar tales vaivenes que
a cada uno se recelaba total ruina. [...] El río Guadalquivir semejaba
las furias del Océano, chocando unas con otras a pesar de sus áncoras y amarras
las
embarcaciones,
y amenazaba inundar la ciudad; [...] basta lo imponderable de la borrasca y el
terremoto, en que cinco veces, por sí mismas, al
impuso del estremecimiento se tañeron todas las campanas de la ciudad
toda, bastante ponderación de lo que balanceaba su terreno.”
Un suceso que marcaría los años venideros, tal como relata Rodrigo
Caro en su Chorographia del convento Iuridico de Sevilla; recogiendo
testimonio del Cura de los Palacios, el cual lo pone “en cinco días de abril, Viernes
Santo, de este año de 1504, entre las nueve y las diez de la mañana del
día”, añadiendo que “tembló la tierra en España muy espantosamente,
y fue el mayor terremoto en esta Andalucía, y fue tan grande el espanto que las gentes se caían en
el suelo de temor, y estaba como fuera de sentido; y fue de esta manera, y fue oído un muy gran ruido que iba
por el aire, y junto con él todos los edificios de fortalezas, e iglesias, y casas se estremecieron y dieron
dos o tres vaivenes a un cabo y a otro, uno acostándose hacia medio día y otro enderezándose.
En la ciudad de Sevilla hubo un gran
terremoto, y cayeron algunos edificios, [...] y en otras muchas partes de la
ciudad hubo muchos edificios estremecidos y hendidos y caídos, y asimismo en muchos lugares de Andalucía.
En la villa de Carmona se sintió este
terremoto más que en toda España, [...] y en algunos lugares del Guadalquivir desde Alcalá del
Río arriba fue de la manera de Carmona, así como en Cantillana, Tocina, Palma y en toda Castilla, y
en Medina del Campo, donde el Rey y la Reina estaban, también fue grande espanto.”
Siguióse después de este gran terremoto
y espantoso movimiento de las tierras muchas fortunas y menguas que sintió
España, muchos trabajos y hambres y pestilencias y muertes, y la primera
fortuna que sintió España fue la muerte de la reina doña Isabel, que murió en
aquel propio año adelante en el mes de noviembre. La segunda, las innumerables
y muchas aguas que llovió en el invierno los meses de noviembre y diciembre de
1504, que fueron tantas las aguas que no pudieron bien sembrar, y lo más de lo
sembrado en España se perdió por muchas aguas, y de aquí comenzaron las grandes
hambres, y después las secas de los años de 1506 y 1507, y la innumerable
pestilencia del año 1507”.
A día de hoy tenemos total conocimiento de los movimientos
de las placas tectónicas y por qué se producen los terremotos, pero imaginad el
punto que alcanzaría el desasosiego en el pueblo cuando un 5 de abril de 1504,
Viernes Santo para más inri, tembló la tierra. Seguramente muchos pensaron que
el día del Juicio Final había llegado. El miedo inundaría el pueblo y los “astrólogos” de la época
probablemente pronosticarían infinidad de maleficios y malas fortunas, que por
lo visto ciertamente acontecieron; aunque piensa un servidor que se deberían
más que a cualquier otra cosa a la precariedad de medios con los que afrontar
el desastre natural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario