“Quizá
la más grande lección de la historia es
que
nadie aprendió las lecciones de la historia.”
Aldous Huxley
Esta magnífica frase célebre del escritor británico
ya mencionado, y más conocido por su novela "Un mundo feliz", viene como anillo al dedo en cuanto a las lecciones que da la
historia y el continuo desprecio que el hombre hace de ellas. Ejemplos hay a
millones, por lo que no es necesario citar ninguno; pero leyendo un poco sobre “la
Pepa” me detengo en un artículo que trae mala suerte a los políticos y, quizás
por eso, no viene recogido en esa forma en las constituciones posteriores que el
pueblo español ha ido teniendo.
Digo que trae mala suerte a políticos no sólo porque sea el decimotercero de los artículos de la citada constitución, sino porque identifica el fin que debiese de tener la política.
- ¿Robar el máximo al tiempo que se dan continuos
disgustos al pueblo gobernado?
- No, eso no es hombre, no seas mal pensado.
- ¿No? Pues dime si no eso, qué hacen los políticos…
Por esa misma razón, tendríamos que aprender un poco de historia los infelices
que formamos el pueblo al que están hundiendo bajo su yugo legislativo y
después enseñar algunas lecciones históricas a nuestros gobernantes; a ver si
se les cae la cara de vergüenza, aunque dudo que tengan, al leer el artículo
13, enmarcado en el capítulo III, de la I Constitución Española, promulgada el 19
de marzo de 1812 en la ciudad de Cádiz:
El objeto del Gobierno es la
felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro
que el bienestar de los individuos que la componen.
P.D. Si se niegan siempre tendremos otra lección histórica que
aplicarles, la que nos dio el pueblo francés.
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